21 de Febrero - 10:30 a.m.
-Mundo real-

Llegué no sin muchos más contratiempos al portal de Akira. O mejor dicho, Scott McCoy, como rezaba en un minúsculo cartel de uno de los buzones. Era la típica casa neoyorkina de pocos pisos de altura y una escalinata de entrada con barandilla de metal. Los escalones estaban resbaladizos cuando los subí, y después miré el botoncito del telefonillo que había bajo el umbral del portón de la entrada. Lo observé fijamente durante algunos minutos, sin saber qué hacer. ¿Que pasaba si llamaba y no me contestaba nadie? O peor, ¿qué pasaría si sí contestaba alguien? Me sudaban tanto las manos que tuve que quitarme los guantes y guardármelos en el bolsillo del abrigo.

Alargué un dedo hacia el botón, pero justo antes de pulsarlo alguien abrió el portal desde dentro. Una agradable ancianita con un perro del tamaño de un roedor grande en una mano. Me sonrió, mientras mantenía la puerta abierta.
-¿Vas a entrar? -Preguntó.
-Eh... sí -dije, con intención de pasar. Sin embargo, la mujer no se apartó del umbral.
-¿Vives aquí? -Preguntó. Me resultó una pregunta malintencionada, visto que no apartaba la mirada de la maleta que llevaba arrastrando tras de mí.
-No, vengo de visita -respondí.

Ella me miró con la suspicacia de un búho colocado. Me impacienté, qué señora tan desagradable. Miré a mi alrededor. La verdad es que aquel no parecía un barrio de lo más seguro, aunque estaba prácticamente convencida de que estábamos lejos de Hell's Kitchen y el Bronx. Tampoco conocía muchos más barrios peligrosos de Manhattan, la verdad. De todos modos, me volví hacia la señora de nuevo y ensayé la sonrisa Starbucks, la de "toma tu café hipster del demonio. Vuelve cuando quieras".
-Vengo a visitar a Ak... a Scott. Scott McCoy, ¿sabe si está en casa?

De inmediato una sonrisa maliciosa cruzó el rostro de aquella señora, quien se removió del gusto dentro de su enorme abrigo.
-¿Por fin ha conseguido novia el bueno de Scott? 
-¿Qué? ¡No! O sea, no sé si tiene novia. Yo soy... yo...
-La verdad es que no le veo desde hace días. Es un chico tan discreto... puede que haya salido a jugar con los chicos del barrio -¿a jugar? Oh dios, ¿y si Akira tenía doce años? Era una posibilidad que nunca se me había ocurrido, pero podía ser. Me sudaron las manos de nuevo.
-Gracias -respondí, haciéndola a un lado lo más amablemente que pude para entrar dentro del cálido portal. 

Escuché que la buena señora  rezongaba a mi espalda y reprimí las ganas de darle una patada a su perro-rata. Era una finca antigua sin ascensor, así que, resollando, tuve que subir mi maleta por las escaleras unos tres pisos que se me antojaron tres mil. Sudando ahora por todo el cuerpo y completamente acalorada, llegué a la puerta del jugador. Con las manos temblorosas llamé al timbre, aunque sin esperar una respuesta, pues ¿no estaba Akira atrapado por el juego?. Efectivamente, nadie respondió. ¿Y ahora qué? ¿No vivía con nadie? ¿No tenía ningún compañero que...?
Miré a mi alrededor y saqué una radiografía de uno de los bolsillos exteriores de la maleta. Ya había previsto encontrarme con problemas así: si estaban atrapados por el juego, ¿quién iba a abrirme la puerta de su casa?
Con la esperanza fuertemente afianzada en el pecho, estuve un buen rato trasteando con la radiografía, echando rápidas miradas hacia la escalera, temerosa de que algún vecino me tomara por un ladrón y me disparara con esas enormes y mortíferas armas estadounidenses. 

Tras un cuarto de hora hallé la pestaña de la cerradura e introduje la radiografía por el sitio exacto. De un tirón la puerta se abrió emitiendo un chirrido. Me sequé el sudor de la frente y, con el corazón latiendo a mil revoluciones por minuto, entré en el piso de Scott, aquel desconocido humano con quien había intercambiado mil y una aventuras. Cerré la puerta a mi espalda, mientras me quitaba el abrigo y el gorro, dejando caer mi cabello de nuevo por mi espalda. Lo dejé todo en un perchero que había en la entrada, sobre mi maleta. 
-¿Hola? -Llamé, mientras me sacudía la nieve de las botas.

Un sonido sordo me hizo dar un grito, y me volví al punto de ver un perro color canela, de tamaño medio, mirándome desde el otro lado del pasillo. Estaba en una posición de defensa, aunque algo adormilado. No me esperaba algo así. Tensa, decidí acuclillarme y extender las manos hacia el perro, quien se acercó, aun con las orejas hacia atrás y pegadas al cráneo.
-Hola, bonito... -susurré, mientras se aproximaba lentamente, extendiendo el hocico para olisquearme.

Pareció que le caí bien, pues al poco rato ya lo tenía meneando la cola y lamiéndome la cara. En su cuello había un collar, cuya placa rezaba "Biscuit". Me reí por lo bajo. Jamás pensé que Akira tendría un perro llamado Biscuit. Muerte, o Miedo, o Asesino. Esos eran nombres que le pegaban a una mascota del guerrero, pero ¿Biscuit? Acaricié al perro un rato, mientras echaba un vistazo alrededor.

Era una casa muy pequeña, de estilo loft. Había un salón comedor abarrotado de estanterías con libros y juegos, y una televisión de tamaño considerable, frente a un par de sillones. Había una mesa pegada a una pared. Era una mesa para comer, pero estaba llena de papeles y otras cosas. Enfrente vislumbré la cocina, y al fondo una puerta cerrada que parecía dar a una habitación. Eché un par de ojeadas hasta que di con el ordenador, al fondo del salón. Estaba apagado. ¿Eso quería decir...? ¿Akira había salido del juego? Miré a mi espalda. No había cartas en el suelo frente a la puerta, ni siquiera propaganda, así que debía recoger el correo regularmente. Desconcertada, miré a mi alrededor, ¿cuándo había salido del juego? Dios, ¿y si entraba en casa, me veía ahí y me disparaba? ¿No tenían los estadounidenses armas por todas partes? ¿Debería salir y esperarle en el rellano?

Mientras pensaba, me había aproximado al ordenador. Debería encenderlo. Biscuit saltaba a mi alrededor, contento de tener a alguien que le hiciera caso. Me senté sobre la silla y le di a la torre. Miré el escritorio. Había un botecito para lápices con una banderilla americana. Resoplé por la nariz. Revisé unos cuantos papeles mientras se iniciaba el windows, y me sobresalté al ver un CD sobre la mesa. Lo cogí. Era Mystical Land. Había sacado el CD de la torre. Definitivamente, Akira había salido del juego. El Windows arrancó con su habitual musiquita, y comenzaron a salir avisos de actualización (el itunes, el avast...), hasta que algo me sobresaltó. No fue un ruido, no, fue la ausencia de él. Miré a mi alrededor ¿qué pasaba? El perro. 

El perro ya no estaba conmigo. Hasta hacía un momento había estado poniéndome pelotas baboseadas en el regazo para que se las lanzara, ¿dónde estaba ahora? Con un mal presentimiento, me levanté lentamente de la silla y avancé por la casa.
-¿Biscuit? ¿Dónde estás, bonito? 

Entré en la cocina y allí estaba, tumbado en el suelo, con los ojos cerrados. Dios, ¿había matado al perro de Akira? ¿Qué le iba a decir si me encontraba en su casa, y su perro muerto? Rápidamente me dejé caer junto a él, para zarandearle.
-¡Biscuit! -Llamé. Pese a que el corazón me latía con tanta fuerza que a penas podía oír otra cosa, percibí que el perro respiraba. Le abrí un ojo, y éste no respondió a la luz. No era veterinaria, pero sabía que el perro no estaba bien.

Decidí llevarlo rápidamente a alguna clínica hasta que vi un trozo de carne en el suelo. Había una pastilla metida en él. Supuse que la otra mitad de la chuleta estaba en el estómago del cánido. ¿Estaba ahí ese trozo de carne cuando entré en la casa? Antes de que pudiera abrir la boca para hablar, algo me tapó la cabeza desde detrás. Una funda negra.

Grité cuando noté un golpe sordo en la parte posterior de la cabeza. Sentí un dolor agudo en la coronilla y luego noté que caía como un peso muerto. Después, nada.

11:36 a.m.



Out// Akira me he inventado un poco tu casa y eso (aunque lo del perro lo pusiste en otro post, tengo pruebas), si quieres que cambie algo me lo dices y lo hago, no tengo ningún problema. Espero que os haya gustado!//
Estuve mucho rato buscando entre la gente (quien dice mucho rato, dice 15 minutos) pero no había rastro de ningún mago ni de mis compañeros. Debía esquivar la posada en la que la habíamos liado a base de bien (ejem), así que volví a la fuente. Noté un olor familiar, como a frutas frescas. Me fastidiaba que pudiese olerlo, pues eso significaba que todos mis sentidos estaban en el juego. Suspiré.

De repente, recordé a qué me sonaba ese olor. Recordé que, años atrás, habíamos pasado mucho rato compartiendo items, pues ambas usábamos la magia. Era dopaje de puntos de magia. ¿Cómo podía olvidar ese olor, con todo lo que habíamos compartido? Miré alrededor y vislumbré el haz verde de su vestido.
-¡Nayreth! -La elfa soltó de golpe la poción de maná que estaba bebiendo, que fue a estamparse contra el suelo y centró su mirada en mí. Abrió mucho los ojos, sorprendida.
-¡¡Bop!!- gritó al reconocerme.
-¡Nay! -repetí, para acercarme corriendo a ella y abrazarla con fuerza. Me perdí un momento en sus brazos, dejando que mi cuerpo de niña estuviese protegido. Después de eso empecé a balbucear-. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has tardado tanto tiempo? ¡Nay! ¡Los otros...! -me puse a temblar, mi fortaleza se vino abajo, y le cogí fuerte el vestido.
-... ¿Los otros...? -titubeó ella- Antes, en la posada, os vi a todos juntos...- se arrodilló para quedarse a mi altura y mirarme a los ojos, confusa-. ¿Qué ha pasado?
Aunque su apariencia era la misma de siempre, parecía más insegura que años atrás, incómoda en su "skin" de hechicera. Yo, ahora mismo, me sentía tan insegura como ella, pero logré contárselo.
-Akira ha desaparecido ante mis ojos, como si fuese un holograma y al hacerlo he sentido un vacío. Poco antes he notado lo mismo, temo que haya sido Neptune. ¡Se han ido! El problema es si habrán despertado en la vida real o se habrán quedado en el limbo. Por la ciudad tampoco les he encontrado... -Nay guardó silencio durante unos segundos que se me hicieron interminables.
-Quizá debamos explorar la ciudad una vez más -dijo por fin-. Para estar seguras.

Asentí con la cabeza y empezamos a caminar. Intenté calmarme hablando de temas como qué tal sabía la poción de PM en esta nueva versión. El olor era el mismo, pero a saber si ahora tenía gusto a frutas o a hierba recién arrancada. Después le expliqué que no podía salir del juego, que había un error, así que el hecho de desconectarnos debía depender de algún factor externo.

-Por cierto -comenté ahora que hablábamos de estar atrapadas en el juego. ¿Quizá debería darle más importancia al tema? Meh, da igual- nos han encomendado una misión. Un enano. Estábamos buscando un mago porque teníamos que buscar una cueva que... no sé. Que estaba maldita o algo así -debería haberle prestado un poquito más de atención al enano.
-Una quest, ¿eh? -murmuró Nayreth. De pronto pareció más animada, como si prefiriese olvidar por un rato el hecho de que quizá no podríamos salir de aquí-. Pues supongo que ya habéis encontrado a vuestra maga- dijo guiñando un ojo.
-¡Yay! -grité, alzando las manos y dando un par de botes. ¡Ya teníamos maga! ... Más bien tenía, en singular. Por suerte hacíamos un buen equipo, aunque me sentía desprotegida sin Akira-. Ven, vamos a donde hemos dejado los burritos aparcados.
El fluir del tiempo había pasado en un segundo plano en mi vida. Tras el grave accidente de Michael y su hermano, estuve largos meses visitando el hospital, contemplando al muchacho inmóvil y esperando que su batalla contra la muerte acabara en victoria para él.
En el día más inesperado para todos, Michael logró recuperar la consciencia plenamente y empezó a hablar con fluidez, afortunadamente ninguna de sus funciones cognitivas había sido dañada en el accidente. Unas semanas después y tras realizar largas sesiones con el fisioterapeuta, el muchacho consiguió volver a caminar, finalmente le dieron el alta y pudo regresar a su hogar.
- ¡Vamos Scott, lanza ya! - exclamaba el chico.
Era una tarde algo nublada e increíblemente fría, pero eso no parecía frenar el ánimo del chico.
Esta era la cuarta tarde que íbamos al parque para entrenar con el bate, el guante y la bola de Baseball. El joven estaba entusiasmado por seguir entrenando y volver al equipo, los médicos tampoco ponían ninguna objeción en ello.
- Atento, ahí va – Contesté mientras flexionaba la rodilla derecha y realizaba un suave movimiento con mi brazo derecho para lanzar la bola, el chico la golpeó mandándola bastante lejos -, buen golpe chico.
- ¡Por supuesto! - dijo con energía.
Tras recoger la bola, que había sido lanzada a varios metros, puse mi mirada en mi reloj y me sorprendí al ver que fuera tan tarde, enseñe a Michael mi reloj desde lejos mientras lo apuntaba con mi dedo índice, rápidamente el muchacho entendió que era hora de irse.
-¿ No podemos quedarnos un poco más? - dijo entre resoplidos.
- No, vayámonos ya.
Tras recoger nuestras cosas, fuimos hasta la calle en la que había aparcado la moto. Abrí el baúl trasero y le entregué el casco secundario que llevaba siempre por si tenía que dejar a alguien en su hogar, después saqué el mio y tras subirnos a la moto nos pusimos en ruta. Al llegar a nuestro destino, dejé al chico justo enfrente de su casa y me despedí de él. Volví a subirme a la moto, pero justo cuando iba a insertar la llave en el punto de contacto, noté que una mano me tocaba el hombro.
- Disculpe, es usted Scott McCoy? - dijo una voz misteriosa.
- Tal vez – contesté mientras me giraba.
Detrás de mí había un hombre alto de constitución corpulenta, vestía un traje negro de armani conjuntado con una corbata roja, ésta llevaba un extraño pin de un emblema que me recordaba a un Uróboros... Aunque tenía algo diferente.
- ¿Tendría la amabilidad de acompañarme? Hemos dispuesto de un coche que seguro será de su agrado – el hombre señaló a un coche negro que tenía justo detrás, un Mercedes Benz CLS, era un buen coche y únicamente accesible a unos pocos.
- Puede apostar a que no – Arranqué el motor y de nuevo volví a sentir el tacto de una mano sobre mi hombro, volví a girarme.
- Si quiere podemos hacerlo a las malas – dijo mientras se desabrochaba la chaqueta, pude ver el brillo de una pistola sujetada por una funda marrón -, o bien podría entrar y hacer una visita al chico.. Ya sabe, los accidentes ocurren en estos barrios tan inseguros.
Sin mediar palabra bajé de la moto y me limité a seguirlo hasta al coche, dentro de éste había otro hombre con aspecto similar al que habló conmigo por primera vez.
- Yo me ocuparé de su vehículo – dijo él al bajar del coche.
- Ni un rasguño – dije mientras entraba en el coche.
El que me había “amenazado” entró también en el Mercedes y sin mediar palabra nos pusimos en marcha. Molesto por las pocas explicaciones, el secretismo y el aire turbulento que estaba adquiriendo el ambiente, hice la pregunta que cualquiera hubiera hecho en mi misma situación.
- ¿Quién cojones es usted y qué quiere? - Pregunté sin vacilación.
- No se preocupe señor McCoy, todo a su debido tiempo...  
21 de Febrero - 07:43 
 –Mundo real- 

Pasajeros del vuelo 29485, destino: Chicago, por favor embarquen por la puerta 6. 

Me mordisqueé las uñas compulsivamente, al tiempo que intercambiaba el peso de mi cuerpo en una pierna y en otra. Con mirada ansiosa, escudriñaba la portezuela por la que debía salir mi maltrecha maleta de un viaje interminable. 
Habían pasado muchas cosas desde que decidí volver a Mystical Land. Una de ellas, por ejemplo, es que volví. La otra, que no conseguí contactar con Loren. Preocupada, había comenzado a hacer indagaciones sobre los demás jugadores; Kenneth había estado toda la semana de vacaciones, que se iban a prolongar una semana más. Le mandé un mensaje de advertencia, básicamente venía a decir “ni se te ocurra entrar en el juego”. Después, busqué a Loren. Sin embargo, su rastro online era tan escaso que llegué a pensar que era uno de esos bots pregenerados para iniciar chats online en páginas picantes. Sólo tenía una página de Facebook, y la información en su perfil estaba en blanco. Encontré un blog de la época de cuando entramos la primera vez, pero no conseguí localizar la IP desde donde se enviaron los posts. Huelga decir que no contestó a los repetidos mensajes que le envié, así que decidí iniciar una táctica diferente: iba a buscar a los otros jugadores. Iba a ir a sus casas, alertar a sus familias. Sabía que Bopeep y Akira estaban en el juego, porque les había visto. Kaori, afortunadamente, no había entrado. O al menos eso pensaba. Le dejé un mensaje en su Facebook también, y después de meditarlo mucho, decidí comprar un billete para Nueva York. 

Había conseguido seguir el rastro de mis compañeros online y descubrí que Akira residía en la Gran Manzana, así como Bopeep vivía en Canadá. Lo lógico era visitar al más cercano, así que gasté todos mis ahorros en un billete hacia Nueva York. No se lo dije a Charles, no le conté absolutamente nada de mi plan, esperando que pudiera perdonarme una vez hubiese acabado todo. No lo entendería. Nadie más que nosotros lo entenderían. Tenía que rescatarlos. 
Así pues, así con decisión mi maleta cuando la vi aparecer por la cinta y me dirigí, algo despistada, hacia la salida. No había nadie emocionado esperándome en la puerta, pero no me importó. 

Una vez fuera del JFK, un aire helado me dio de lleno en la cara. Me arrebujé bajo el grueso abrigo, ocultando la nariz bajo la bufanda de punto que me había tejido mi abuelita antes de marcharme. Ella tampoco había entendido mi partida, pero normalmente no entendía la mayoría de las cosas que hacía. Arrastrando la maleta con ruedas tras de mí, anduve por la salida del aeropuerto buscando un taxi libre, y cuando lo encontré, me metí accidentalmente en el asiento del conductor, un hombre de aspecto hindi con un turbante enrollado a la cabeza. Visto mi error, se rió de buen grado. 
-¿Gran Bretaña? –Me preguntó entre risas, con el tono de alguien que está acostumbrado a errores similares. Mientras, azorada, me senté en el asiento del copiloto, a su derecha. 
-Londres –asentí, siendo repentinamente consciente de mi poco común acento británico. 
-Les pasa a muchos–comentó, mientras salía del aparcamiento para taxis. Accionó el limpia parabrisas cuando éste empezó a cubrirse por una ligera capa de nieve.- No te olvides de mirar al lado contrario cuando cruces la carretera. Nunca he entendido por qué lo hacéis al revés. 
-De hecho, fue Napoleón quien cambió la dirección de… -me interrumpí cuando vi que el taxista esperaba que le dijera un lugar a dónde ir, no una disertación sobre si se debería conducir por la izquierda por la derecha. 

Sonreí, nerviosa, mientras sacaba un papel arrugado del bolsillo y lo leía en voz alta. 
-¿Está muy lejos, esta dirección? –Le pregunté al taxista. Éste arrugó el ceño y, en un gesto poco cauto por su parte, apartó la mirada de la carretera para echarle una ojeada al papel en mi mano. 
-No tengo ni idea de dónde está. ¿Qué pone debajo, Canadá? 

Revisé el papel y enrojecí de nuevo. Era la dirección de Bopeep. Rebusqué más en el bolsillo y saqué otro papel, aún más arrugado. Comprobé lo que había escrito y se lo tendí al taxista, quien no disimuló esta vez, apartando una mano del volante para cogerlo y mirarlo con atención, conduciendo a ciegas. Cerré los ojos, mientras sentía que el corazón se me subía a la garganta. Después de unos instantes que se me hicieron interminables, el hombre me devolvió la dirección y continuó conduciendo. A lo lejos divisé el archifamoso puente de Brooklyn, y por un instante lamenté no haber traído una cámara de fotos. Me mordí el labio, no estaba de turismo. 
Desvié la mirada hacia el retrovisor del coche y me fijé en los coches que teníamos detrás. Verdaderamente, Nueva York era una ciudad con muchísimo tráfico. Y uno de lujo, guau, un Audi negro de alta gama nos pisaba los talones. De hecho, cada poco tiempo miraba por el retrovisor y ahí estaba, el Audi negro. Me fijé en la matrícula, tratando de recordar los números. Sí, pasaron los minutos y ahí seguía. 

Mi conductor dejó atrás el larguísimo puente y comenzó a callejear por las transitadas avenidas de la Gran Ciudad, mientras el otro coche no nos perdía de vista. Traté de averiguar quién era el conductor, pero tenía los cristales tintados, incluso el delantero; ¿estaba permitido eso? Comenzaron a sudarme las manos. ¿Qué demonios? ¿Por qué me estaba siguiendo un coche negro? ¿Un coche negro de ricos? ¿Aquí? ¡Si acabo de llegar! ¿La mafia italiana? Me volví a morder el labio. No, si alguien me seguía, tendría que ser… el genio maligno. Joder, tenía que buscarle un nombre más apropiado al idiota que nos había encerrado en el juego. Genio maligno sonaba a… villano de dibujos animados. 
Miré de nuevo por el retrovisor. El coche había desaparecido. Me recosté sobre el asiento, con un suspiro de alivio, y dirigí la mirada hacia el taxista. 
-La dirección que le he dado, ¿está muy lejos de aquí? 
-A un par de manzanas, llegaremos en seguida.
-¿Le importa si me bajo ahora? Llevo muchas horas en el avión y necesito estirar las piernas. 

No le importó. Le pagué lo convenido (¡estaba utilizando dólares, como en las películas!) y dejé atrás al taxi con paso rápido, echando rápidas ojeadas por encima de mi hombro. De pronto lo vi aparecer de nuevo: aquel Audi negro. Sin pensarlo, eché a correr, perdiéndome entre la ajetreada multitud que se dirigía hacia la boca del metro. Descendí por los escalones helados, resbalando en algunos, y me oculté en el hediondo baño de la estación. 
El corazón me latía salvajemente. Dios, ¿en qué me estaba metiendo? Con las manos temblorosas, un poco por el frío, otro tanto por el nerviosismo, abrí la maleta y metí dentro el gorro y la bufanda que llevaba puestos. En su lugar, los sustituí por un foulard negro que me taparía el llamativo color rojo del abrigo, y por una boina de estilo francés, donde recogí el resto de mi cabello que hasta el momento había caído, lacio, por mi espalda. Cerré la maleta rápidamente y salí del metro, dispuesta, ahora más que nunca, a encontrar a Akira. O lo que quedara de él. 

-9:55-
Talos, 7 de Nerte. Año del Pegaso.

En el momento en que Akira desapareció entre unas interferencias típicas de un holograma, sentí el mismo vacío que antes. Me quedé pensativa un momento. Si ese escalofrío significaba que Akira se había ido, ¿quizás el de antes había sido por Neptune...?

 ¿Eso significaba que me habían dejado sola? ¿Dentro del juego?  Me dejé caer al suelo, asustada por lo que acababa de descubrir. Cuando entré no sabía si ellos también vendrían, pero vinieron. Y ahora que les tenía a mi lado no me gustaba la idea de perderlos... Pero era mi culpa. Por lo menos así estaban a salvo, ¿verdad? Cuando una vez salieron del juego se despertaron, y esperaba que esta vez fuera igual.
¿Y si no despertaban al salir? ¿Si no podían volver a sus cuerpos? ¿Qué pasaría entonces?

Igual podía intentarlo. Mark seguiría a mi lado al abrir los ojos... Ahora mismo estaban empapados en lágrimas, y pensé una manera de salir del juego con ellos. Cerré los ojos con fuerza. "Salir. Desconectar. Cerrar sesión. Apagar. Guardar y salir."

La respuesta no tardó en aparecer. "Usuario bloqueado, imposible cerrar sesión". Lo que me faltaba. Ahora estaba encerrada en el juego. Supongo que debería empezar a disfrutar los placeres de ese mundo mientras no encontrara ningún compañero con quien estar.

- Pues menuda mierda -solté al aire, todavía con los ojos empapados y polvo en la falda. Sollocé un poco más y luego miré a mi alrededor. En esos momentos  yo era la única responsable de la misión que nos había encomendado el enano. Así que tendría que buscar un mago de todas formas, y de paso indagar sobre la reputación del hombre. Tenía la esperanza de que volvieran, o por lo menos que alguien nuevo entrara.

Con eso en la cabeza subí por unas escaleras que daban a un enorme templo y estaba más alto que el resto de la ciudad. Así podría ver mejor a los habitantes del lugar y ver si había alguien que ejerciera la magia. Y no fuera de la ciudad, claro está.


-- 10:04 --
-¿Que ha ocurrido? - Preguntó Bopeep extrañada al ver la repentina desaparición de la dríada.
Guardé silencio durante unos breves minutos mientras miraba a mi alrededor. Nadie parecía extrañado por lo que acababa de suceder, ni un solo murmullo o comentario al respecto, ello me llevaba a la conclusión de que los único que lo habíamos percibido éramos la semielfa y yo.. Por tanto únicamente podía ser algo relacionado con el mundo real.
- Lo desconozco.. No parece que nadie se haya percatado.
La chica movió con firmeza la cabeza para mirar a los alrededores y comprobar mi teoría.
Empujados por una vaga esperanza de que a lo mejor estubiera por los alrededores, empezamos a buscarla por las cercanías, para cubrir más distancia acordamos separarnos.
Mientras buscaba a la desaparecida por un callejón bastante angosto, empezé a sentirme mareado, cansado.. Incluso asfixiado, notaba como me faltaba el aire y mi rostro sudaba con bastante descontrol. Me acomodé en el suelo para luego apoyar mi espalda contra la pared, todo parecía estar parado, las calles desaparecían, los diferentes sonidos se apagaban...

"Sujeto 69 perdido"


Exhalé fuertemente y abri los ojos con gran fuerza, el aire volvía a fluir por mis pulmones, mi rostro parecía estar libre de qualquier suduración extraña... Pero al contemplar el ambiente noté que ya no estaba en aquel sucio callejón, había vuelto a la conformidad de mi habitación.. Mi hogar.
Palpe mi cuerpo y mi rostro para comprobar que efectivamente era yo, me levanté calmadamente de la silla y miré por la ventana, todo parecía estar a oscuras, seguramente había habido algun apagón.
Salí de la habitación y bajé las escaleras para dirigirme hacia la cocina. Abrí uno de los armarios y cogí un vaso. Tenía una buena botella de Burbon, me pareció que era una situación ideal para servirlo, con calma y rostro impasible me serví una copa, no tenía demasiadas ganas sobre reflexionar sobre lo que había pasado, únicamente sabía que me sentía extraño, como la crisis de identidad que podía tener una especie "superhero" cínico y criticado al llevar una doble vida.
Mientras mojaba mis labios con el dulce licor sonó el telefono, sin más asuidad lo cogí y respondí.
- ¿Sí? - dije con voz seca, el tono de ésta me confirmaba que volvia a ser Scott.
- ¿Scott? ¡Gracias a dios! - decía una voz femenina - ¿Dónde demonios te habías metido?
- Es.. Una larga historia, ya te lo explicaré.
- Es horrible Scott, ha sucedido algo.. - su voz se empezó a entrecortar y se escucharon ligeros sollozos.
- Cálmate y cuéntamelo – dije con voz cálida, me acomodé en el sofa.
- Es uno de los chicos, Michael.. Está en el hospital y está muy grave..
Lentamente suspire y negué con la cabeza
- ¿Qué ha ocurrido Jennifer?
- Una banda del barrio se metía constanemnte con su hermano Charles, Michael lo vio y fue en su defensa, pelearon y entonces uno de ellos iba armado, disparo y Michael.. - nuevamente volvio a llorar.
No iba a pedir más explicaciones ya que el desenlace era obvio, resultaba irónico que uno de los paises más poderosos del mundo pudiera llegar a tener zonas tan oscuras dónde aún se aplicaba el dogma del más fuerte e intimidante, como si toda nuestra historia no nos hubiera enseñado nada.
- ¿Dónde lo han ingresado?
- Está en el Saint Jones... ¿Sabes dónde está?
- Sí, ya he ido allí unas cuantas veces.. Jenn, ahora quiero que cuelgues y descanses, yo me encargaré.
Por un momento sono como si la chica emitiera una leve risa entre su angustioso desconsuelo.
- Gracias Scott..
Sono el característico ruido conforme había colgado. Dejé el telefono en su receptor y me enfunde mi vieja Bering Helium, era tarde para ir en transporte público así que decidi ir con mi Guzzi plateada.
Cerré la puerta de mi hogar y abri el garaje, me puse el casco y con suavidad subí a la moto, llegue al hospital en 30 minutos. Michael era uno de los chicos que estaba a mi cargo en el equipo, la mayoría eran de origen humilde o de hogares complicados, en este caso Michael era un chico que había perdido a su madre a muy temprana edad, su padre hacía lo que podía para sacarlo adelante pero su oficio de cartero lo tenía alejado del hogar, yo además de ser su entrenador siempre me ofrecía a ayudarlos en lo posible.
Una vez llegué y después de que la recepcionista me dijera la habitación en la que estaba ingresado el chico, me encontré con el padre delante de la puerta, su rostro cambio al verme.. Pero luego volvió a la normalidad, la situación era crítica, los médicos no sabían decir con certeza si el chico se recuperaría o no.
Tras una breve conversación me dejo entrar, Michael aún estaba levemente consciente y abrió lentamente los ojos cuando escucho mis pisadas.
- ¿Te quedaras verdad...? - dijo él susurrando.
Me sente en la cama a su lado con suavidad.
- Te cubro la espalda colega – le dije mientras cerraba mi puño y lo extendía para que chocara el suyo, él sonriendo correspondio el gesto, pude notar su escasa fuerza al hacerlo – ahora descansa, has de salir de esta chico.
El muchacho volvio a cerrar los ojos..
Durante mi ausencia en el mundo real las cosas habían estado moviendose, tenía muchas responsabilidades aquí y muchas cosas que había conseguido a base de esfuerzo y sacrificio, no era el momento de flaquear o fallar...
Las aventuras por ML tenían que acabar, ahora me tocaba luchar por otras cosas menos épicas.. Pero eran reales y era lo que tenía.
No era el final que hubiera deseado para mí, pero este es el mundo en el que vivimos, los cuentos felizes y prolíficos solo tienen lugar en ingenuos que desconocen la injusticia innata del mundo.


[OUT] Pues bueno señor@s en principio yo abandono el barco aquí, agradecer que se me haya dado la oportunidad para volver a participar y todo el buen trabajo que han hecho las respectivas administradoras creando grupos, reglas, fichas, haciendo diseños, etc.. Todo fantástico.
El motivo de mi abandono es que considero que ya no tiene sentido seguir, siempre he sido una persona exigente conmigo misma, me gusta hacerlo todo bien, perfecto (o todo lo perfecto que se pueda..) pero sobretodo debo estar ilusionado y motivado, si estos dos aspectos fallan, pierdo el interes en hacer las cosas y entonces me quedo sin ese punto de exigencia conmigo mismo... Cuando llego a ese punto considero que es hora de dejarlo y buscar otros retos. Últimamente me siento bastante así y siento que mi "ilusión" por seguir en esto simplemente se fue, probablemente consecuencia de muchas cosas que estan pasando.. Al igual que Scott supongo que me falta dar un paso firme hacia adelante.
Lo dejo un poco abierto ya que nunca se sabe si volveré.. (si recupero ganas, si los que aún no participan no se animan y sigue habiendo poquita gente...) Pero la idea principal es no volver a postear, sí que me quedaré por el grupo a ayudar/apoyar en lo que se me pida, me encantaría que el proyecto tirara adelante y la cosa marchara bién :)
Aquellos que no se han animado que lo hagan y que las administradoras sigan siempre con este buen trato y energía que las caracteriza, esa es la fórmula que permitirá que todo vaya bién.
Ánimo y mucha suerte.
¡Hasta siempre! [/OUT]
Talos, 7 de Nerte. Año del Pegaso

Bopeep y yo nos reíamos como niñas mientras llegábamos a la plaza del pueblo. Había sido divertido actuar como princesas Disney durante un rato, dejando desconcertada a la gente que había estado riéndose de nosotros. Akira comenzó a relajar su paso para dejar que fuésemos bastante más avanzadas que él.  Supongo que tratando de evitar que le relacionaran con nosotras. Pero bueno, siempre había sido bastante estirado.
No podía dejar de mirarles ¡era increíble que fuesen ellos! Después de tanto tiempo... pero claro, no eran ellos. O sea, sí que lo eran, eran Bopeep y Akira. Pero aquellos personajes no eran reales, los reales eran Amelia y Scott. Pero para mí, la semielfa y aquel guerrero tan estirado eran más cercanos, más íntimos que aquellos nombres terrenales que no significaban nada.

Se me pasó por la cabeza que quizá el resto de gente ya habría entrado en el juego. O sea, ¿a quién había mencionado Bopeep en su comentario de facebook? Intenté hacer memoria, pero no lo recordé. Quizá habrían visto que no dábamos señales de vida y habían llamado a la policía. Sacudí la cabeza. Me mareaba pensar en el mundo real mientras me encontraba en Mystical Land, lo mismo que pensar en el juego mientras estaba en Inglaterra. 
Por fin, nos detuvimos en mitad de la plaza, donde el día anterior, Akira y yo habíamos estado comiendo, sentados en la fuente. Parecía mentira que sólo hiciera un día de la llegada de Boopeep. Cuando desmontamos, la abracé con fuerza. Era tan adorable. Y su personaje había crecido, ya parecía una jovencita, como los demás, no una niña. Ella me devolvió el abrazo, un poco confundida, pero también con cariño. Creo que la había echado más de menos de lo que pensaba.
-Bueno -Akira nos interrumpió, aproximándose a nosotras y tomando las riendas de los burros- ¿entonces cuál era vuestro fantástico plan? 
-Gritar pidiendo un mago -indicó Bopeep, mientras se acomodaba la ropa, un poco arrugada a causa de mi efusivo abrazo.
-Es un poco primitivo -respondí, dubitativa- pero supongo que no tenemos mejor opción.

Complacida porque le hubiese dado la razón, la joven semielfa se subió a la fuente, como había hecho yo el día anterior, y comenzó a gritar. Sin embargo, su imagen empezó a perder nitidez para mí. Se me emborronó la vista y empecé a marearme. Me llevé una mano a la frente, mientras buscaba la grupa del burro para apoyarme con la otra mano. Debí quedarme muy pálida, porque Akira me cogió de un brazo y me preguntó algo que no entendí. Como lejanos, oía los gritos de Bopeep desde la fuente, que no se había dado cuenta de lo que ocurría.
Balbuceé algo sobre que tenía que hacer pis, y me fui, tambaleante, hacia un callejón. Me sentía casi igual que cuando había ocurrido aquel fenómeno tan extraño la primera vez que me metí en el juego. Sin embargo, ahora no había lag, simplemente me encontraba muy mal. De todos modos, si empezaba a convertirme en píxeles y desaparecer, no quería estar cerca de mis compañeros, pues si lo veían los aldeanos quizás se meterían en problemas. Llegué como pude a la primera callejuela que vi, un tanto estrecha, y me oculté tras unas cajas llenas de residuos. Me senté en el frío suelo de losas de piedra, mientras todo daba vueltas a mi alrededor. Creo que vomité en algún momento. Un sudor frío me empapó la frente y la palma de las manos.
A lo lejos, Akira gritaba mi nombre. O al menos algo que sonaba como mi nombre. Me miré las manos, comenzaban a desaparecer, o a brillar. O las dos cosas. Un resplandor familiar terminó por cegarme del todo, y cuando recuperé la consciencia, Akira seguía gritando mi nombre, pero más cerca de mí. 
Espera... ¿Akira?

Sábado, 9 de Febrero de 2013

-¡Marina! ¡Marina! -Sentí unas manos sacudiéndome. Alcé un brazo para que me dejara tranquila, pero él me abofeteó.
-¡Ay! -Proferí un quejido, mientras abría los ojos. A pocos centímetros de mi cara me escudriñaba Charles. Así que... -¡Dios mío! -Me incorporé tan rápidamente que me mareé- Estoy... ¡estoy en casa!

Estaba sentada en el suelo de mi habitación de la residencia de estudiantes. Charles me miraba, pálido y sudoroso, y me cogía los hombros con demasiada fuerza.
-¿Estás... bien? -Me preguntó. Antes de poder responderle, le aparté bruscamente con una mano y vomité en el suelo. En el lado de la habitación de mi compañera. Que le den.

Me limpié la boca con el reverso de la mano, temblorosa, mientras trataba de ponerme en pie, ayudada por el pelirrojo.
-¿Cómo has hecho que vuelva?
-He tirado del cable de la luz... -respondió él, con un hilo de voz- en las películas funciona, así que...
-Eso... eso ha sido arriesgado.

Me apoyé sobre el escritorio. Efectivamente, el ordenador estaba apagado. En el suelo, frente a la puerta abierta, estaba el portátil del chico, y la silla de mi ordenador parecía que había salido disparada. Seguramente el pobre se habría encontrado con mi desaparición de pronto, y había reaccionado de forma demasiado efusiva. Estaba un poco descolocada. Había salido de Mystical Land por las buenas, sin el consentimiento del director del juego. Seguro que le había puesto furioso. Un millón de ideas empezaron a rondarme por la mente, pero tenía que ponerlas en orden antes de hacer algo.
-Puedes... ¿puedes ir a por algo para limpiar eso? -Pregunté al aire, mientras señalaba el charco del suelo.
-Sí, claro. Tú descansa -Charles salió rápidamente al pasillo en busca del cuarto de la limpieza.

En cuanto salió, se me ocurrió una idea. Alargué la mano para encender la regleta de mi ordenador pero me detuve. No quería que se activara el juego de pronto y me volviera a tragar. No. Me volví y cogí el portátil de Charles, aún en el suelo. Se había abollado una esquina de la pantalla, pero aún funcionaba. Me senté en la cama mientras lo encendía, apartando algunos peluches y libretas de apuntes. Me mordisqueé las uñas, impaciente, mientras se iniciaba el Windows. Una vez encendido, entré en mi Facebook y busqué el mensaje de Bopeep, o sea, de Amelia.


Traté de ponerme en contacto con Justine y Kenneth, ya que de Loren no había vuelto a saber nada en años. Ni siquiera la tenía agregada. Ninguno de los dos dio muestras de vida. Justine hacía un día entero que no se conectaba, y por las últimas noticias de Kenneth, parecía que se había ido de viaje, incluso antes de que Bopeep nos mandara aquel mensaje. Seguramente él estaría a salvo. Sin embargo, algo en el muro de Justine me hizo sospechar que quizá ella no estaba tan segura. Una compañera le había dejado un mensaje, preguntado si había conseguido instalar el juego que le copió. Gemí. El mensaje era de ayer, y no había respuesta.

Me sobresalté cuando entró Charles en la habitación llevando un mocho y un cubo lleno de agua. En cuanto me vio, lo dejó todo en el suelo e hizo ademán de arrebatarme el portátil.
-Deja eso -me lo quitó de un tirón- creo que has tenido una dosis de ordenadores suficiente por hoy.
-¡Espera! -Alargué las manos para intentar recuperarlo- ¡Necesito hacer una última cosa! ¡Hago esto y... y te lo explicaré todo, te lo prometo!

Me miró unos instantes con el ceño fruncido. Algo en mi cara de desesperación debió convencerle, pues me devolvió el portátil lentamente. Después, se puso a limpiar el regalito que había dejado en el suelo.
Rápidamente, entré en el Facebook de Loren y le envié un mensaje.




-16:55- [Mundo real]




//Out: Bueno, esta aventura (lo de salir del juego y eso) la tenía preparada para más adelante, cuando llegáramos a las minas. Sin embargo, repentinamente Bopeep decidió volver al pueblo, y entonces el ritmo de posts bajó considerablemente xD. Como lo de volver al mundo real servía de excusa para integrar a Lore en el rpg, he decidido adelantarlo bruscamente, para ver si con una nueva jugadora, la cosa se vuelve a animar. ¡A ver si la mencionada se digna a aparecer pronto y nos da una alegría!//

Talos 7, Nerte, año del Pegaso.

Desde que partimos le estuve dando vueltas. Seguro que no quería hacernos un rito satánico o algo parecido y entregar nuestros cuerpos? Y que la gente de la ciudad le conociera y le insultara no era algo que me incitara a confiar en él. Además, el enano no había querido acompañarnos y decía que las minas estaban embrujadas.

- Pero... -dije en voz alta, todavía pensativa- si las minas están embrujadas, ¿qué podemos hacer nosotros? Una ladrona...
- ¡Pícara! -se quejó Neptune. No le gustaba como sonaba eso de "ladrona".
- Un guerrero... -Akira también me miró. No había aguantado más de media hora encima del burrito, y ahora iba a pie- y una curandera? Quiero decir, ¿no necesitaríamos alguien más experimentado? ¿Como un mago? Porque creo que ninguno de los tres puede protegerse de hechizos.

Nos quedamos en silencio un rato. Parecía que nadie había pensado en eso. La sed de aventuras nos podía, y yo también había aceptado sin pensarlo mucho.

- ¿Y qué propones? -preguntó el chico, sin dejar de caminar.
- Dar media vuelta y volver a la ciudad a por un mago. Ponernos en medio de la plaza y gritar: ¡Queremos un mago que nos acompañe en una mágica aventura! -dije, alzando las manos al cielo. Neptune me miró sorprendida pero se rió un poco; Akira arqueó una ceja.
- Entonces vamos. No creo que al enano le importe que tardemos un poco más.

Así que nada más decirlo, intentamos hacer girar a los pollinos. Porque eran tercos, y todavía tuvimos que andar unas cuantas varas antes de poder hacerles invertir el camino.

Además, ¡el enano ni siquiera nos había dado provisiones! ¡¿Quería que muriéramos antes de llegar?! Un poquito de por favor... E imaginaba que, ahora que íbamos a la ciudad en busca de magos, Akira también preferiría comprar/pedir prestado un caballo. Porque dudaba que quisiera hacer todo el camino andando. Más si tardábamos casi un día entero en llegar a la maldita mina (literalmente).

Por suerte no había un largo camino hasta la ciudad. Todos los campesinos y campesinas que nos cruzábamos nos señalaban y se reían ligeramente. Sí, supongo que ver a dos chicas encima de unos burritos y un guerrero de casi dos metros de alto llevando un pollino la mitad de alto que él no era algo habitual. Menos cuando era el transporte de los enanos.

Al final me puse a saludar cómo haría la reina de Inglaterra, con la espalda recta y sonriendo a todos aquellos que se reían de nosotros. Era divertido, porque muchos se preguntaban si es que éramos de la realeza o algo así. ¡Incluso hubo un hombre mayor que nos hizo una reerencia! Nada más alejarnos de él, Naptune y yo no pudimos esconder la risa. Y parecía que Akira estaba un poco harto de nuestras bromitas; pero como estaba en silencio y nos e quejaba, continué con mi actuación de reina de Inglaterra, y Neptune también se apuntó. Akira no pudo hacer más que suspirar cuando nos vio.

Finalmente llegamos a la ciudad, sanos y salvos y más animados. Ahora sólo teníamos que buscar una buena estrategia para convencer alguien del gremio de la magia. Teniendo en cuenta la misión que se nos planteaba,  nadie de la ciudad querría ayudarnos, y por lo que dijo el enano éramos casi los únicos viajeros.

--  9:31 Mañana --

//OUT: ¡Bueno! ¡Hasta aqui mi post! Ya sé que siempre son cortitos, pero se me da mal describir cosas xD Nayreth, ahora es tu momento para saludar a las reinas de Inglaterra! *saca pecho*
Y también darle las gracias a la espía Nep que me ha ayudado con mi bloqueo :DDD <3 //


-¿Aceptaréis formar parte de esta empresa improvisada, señoritas? La recompensa será generosa...
-¿Pagaréis vos los gastos que tengamos? La comida, las medicinas en caso de necesidad... -repliqué, mientras me paseaba por entre las estanterías, admirando los volúmenes. Estaban escritos en runas enanas, así que no entendía ni papa, pero eran bonitos.
-Sí, sí, por supuesto.
-!odnamit natse eT¡ ¿euq o ocol satsE? -Exclamó el hermano de aquel enano. Toldrek le fulminó con la mirada. 
-Entonces, por mí de acuerdo -miré a Bopeep. Su personaje había crecido (lo cual era lógico) pero seguía teniendo aquellas mejillas sonrosadas tan características. Sonreí. Cuánto me alegraba de verla. Ella respondió a mi sonrisa y aceptó el trato también. Suspiré bastante aliviada, ya que no quería que tuviésemos que separarnos cuando recién nos habíamos encontrado. Toldrek suspiró al mismo tiempo.
-Entonces, mañana a primera hora podríais partir, llegaríais a las minas al anochecer.
-¿Al anochecer? -Gemí. Estupendo, no hacía ni dos días que estábamos en el juego, y ya teníamos que andar. Nunca entendí por qué a nadie se le ocurrió hacerse con caballos la vez anterior- ¿Y no podemos ir con monturas?
-Bueno, a los enanos no nos gustan los caballos.
-ranimac ocopmat euqnuA -terció el enano embrujado. Todos le dirigimos una mirada interrogante, pues era imposible entenderle.
-No me interrumpas, Oldrin -le replicó su hermano, irritado- no nos gustan los caballos, pero para vosotros ya tenía pensado darles alguna montura. Llegaréis al anochecer si cabalgáis todo el día. Es la mina más alejada, pero la más próspera. A los mineros les merecía la pena pasarse semanas allí.

Me encogí de hombros. Sería un camino largo, pero al menos no tendríamos que hacerlo a pie. Toldrek nos ofreció quedarnos en su casa durante aquella noche para partir inmediatamente al alba. Tenía dos habitaciones de invitados, así que Bop y yo nos hospedamos en una, mientras Akira se instalaba en la otra, algo más pequeña. Se me pasó por la cabeza que Akira parecía aliviado por poder deshacerse de mí durante algunas horas. 

Antes de dormir, se me ocurrió pensar que era extraño que un enano viviese aislado del resto de su raza, tan sólo con su hermano y en mitad de una aldea humana. Quizá las montañas de al rededor no fuesen habitables, o no fuesen aptas para construir hipogeos. "Es una lástima" -pensé- "Siempre había querido visitar una ciudad enana. Como las minas de Moria".

Bopeep y yo dormimos profundamente aquella noche, y nos despertamos hechas un lío de brazos y piernas, pues nos habían acomodado en la misma cama. Algunos golpes en la puerta indicaron que Akira ya llevaba un rato despierto y se estaba impacientando. 
Nos vestimos con rapidez y, tras un fugaz desayuno, Toldrek y Oldrin nos condujeron hacia nuestras monturas, que resultaron ser tres pollinos grises de lo más lindo, aunque nada glamourosos. No dejé de acariciar al mío, quien, con su prominente mandíbula, trató de comerse mi capa. Akira se mostró algo incómodo por tener que viajar con semejante animal, ya que, expresó, no sabría si aguantaría el peso de su armadura. Toldrek le disuadió de que eran los mejores para ir a la mina, pues se sabían el camino de memoria y eran bastante recios.
-Un momento -exclamó Bopeep- ¿eso significa que no vendréis con nosotros?
-Oh, no, no -negó el enano, mientras gesticulaba con las manos- no es que tenga miedo, ojo, es que tengo otros negocios de los que ocuparme, y no puedo abandonarlos.
-Pero las minas son un lugar muy peligroso de por si -dijo Akira, mientras acomodaba su equipo en unos cestos de mimbre que llevaban los burritos en la grupa- podríamos perdernos o podría haber un desprendimiento. No tenemos experiencia en lugares como esos.
-No pasa nada, las minas están bien apuntaladas, y yo tengo esto -sacó un mapa de pergamino enrollado y se lo tendió a Akira- es un mapa del lugar. Mientras lo sigáis al pie de la letra, estaréis seguros.

Aunque no muy convencidos, finalmente montamos, dispuestos a comenzar al viaje hacia las montañas embrujadas. 
El día se había levantado más frío que los anteriores, así que supuse que ya estaría bien entrado el otoño. En una ráfaga de viento más fría, el cabello se me hizo color caoba, abandonando el castaño claro que llevaba al comenzar a jugar. Me miré los brazos, bastante más pálidos. Definitivamente, estábamos en otoño.




OUT: Un post para celebrar que he terminado los exámenes por fin. No es nada del otro jueves, no estaba muy inspirada, pero al menos continúo la aventura de Akira. ¡A ver si Nay consigue alcanzarnos!
INSTALANDO...POR FAVOR ESPERE UNOS INSTANTES...


Me mordía las uñas con impaciencia, esperando la instalación completa del dichoso juego. << No funcionará>> pensaba <<Este tipo de cosas nunca funcionan>>.

INSTALACIÓN COMPLETADA.

Y con un simple doble click, Mystical Land comenzó a funcionar sin ningún problema. ¡Vaya!
Sin duda, habían mejorado muchísimo el juego. Aunque hacía años que no tocaba un videojuego, hasta yo podía darme cuenta de que el nivel de los gráficos era muy bueno comparado con los de antaño. 

Y...¡sorpresa! Mi personaje...mi Nayreth. La habían...guardado.

Sonreí con nostalgia. Cuánto habían cambiado las cosas. Nayreth era la personificación de todo lo que admiraba de pequeña, de todo lo que la pequeña Justine quería llegar a ser. Perseverante, aplicada, justa, noble...y lanzando bolas de fuego a diestro y siniestro. La maga elfa Nay no llegaría tarde a clase, no viviría en una pocilga desorganizada y por supuesto no se pasaría media vida en la Universidad, chupando del dinero familiar...

Qué vergüenza. Los ojillos virtuales de mi elfa se clavaban en mí a través del monitor, como juzgándome.

No me atreví a alterar nada de mi personaje. Un par de actualizaciones de equipo y habilidades requeridas por el nuevo modo de juego, y listo.

Pulsé el botón de JUGAR...y una luz blanca, intensa, me dejó ciega por unos instantes.

No pienso abrir los ojos. Esto es una broma pesada, eso es. Otra vez no, otra vez no...

Sentía el peso de mi cuerpo sobre la tierra húmeda. Olía a hierba fresca. Escuchaba el canto de los pájaros, y el sonido de un arroyo. Hasta que no vuelva a oler a pizza de dos días y calcetines, te juro que no pienso ni...

GRRRRRR....

Abrí los ojos de golpe para encontrarme cara a cara frente a un lobo. Grité y me arrastré hacia atrás, en un desesperado intento de esquivar las dentelladas de la criatura. Pero aquel bicho era más rápido, más fuerte. En un instante lo tenía sobre mí, preparado para cerrar sus fauces sobre mi cara...

Y en ese preciso momento, recordé.
-Flamma igni -susurré, acercando una mano al rostro dentado de la criatura.

Me pareció escuchar una voz de mujer en mi cabeza que decía en un tono monótono "Habilidad: Proyectil ígneo, activada", a la vez que el lobo retrocedía, aullando de dolor. Me incorporé y eché a correr, sin esperar a ver el resultado de mi ataque.

Otra vez atrapada aquí. En vez de sentirme desesperada, se adueñó de mí un sentimiento de decisión. Sabía lo que tenía que hacer -buscar una ciudad, curarme los rasguños provocados por el combate y aprovisionarme-, sabía hacia dónde tenía que ir -la silueta de una pequeña ciudad se hacía más y más visible conforme me acercaba corriendo-, sabía quiénes eran los enemigos y cómo combatirlos.
Todo encajaba, todo era...simple.

Buscaré la forma de escapar del juego un poco más tarde...

La ciudad estaba más cerca de lo que me imaginaba. Pronto los contornos se convirtieron en estructuras sólidas, dando lugar a una pequeña ciudad. Me adentré en ella y me dirigí a la posaba más cercana. Allí podría recabar un poco de información sobre mi paradero.

Desde la entrada, resultaba difícil distinguir lo que pasaba en el fondo del local, sin embargo, reconocí unas voces demasiado familiares. Me adentré, ignorando completamente al tabernero, que me miró ofendido -Elfos, siempre creyéndose superiores- masculló, y en primer lugar vi a un enano, pero frente a él, se hallaban...¡¡no podía ser!!
Abrí la boca para gritar: Bopeep, Neptune, Akira...

Alguien chocó contra mí, y comenzó un tumulto espantoso. Escuché algo de un ladrón, de que a la gente de la taberna le faltaban no se qué cosas...Y cuando pude liberarme de la multitud...¡Desaparecidos! La mesa que antes ocupaban estaba vacía.

Salí al exterior de la taberna, respirando agitada. Habían pasado años, pero no podía confundir a los avatares de mis amigos...¿Dónde estaban?

-¿Dónde estáis?-murmuré, angustiada.




[OUT] A este paso nunca voy a volver a coger práctica con esto de escribir! Nada, siento muchísimo el retraso, pero era época de exámenes y trabajos ninja sobre la epilepsia D: . Espero no haber cometido ningún error en la historia, ya que me he tenido que leer muy rápido los posts de todos (cualquier cosa avisen y la cambio sin problema) y...¡encontradme! T-T [/OUT]